Vera, Sara y Alexander eran inseparables. Siendo adolescentes, habían establecido un vínculo especial, una amistad inquebrantable; habían trenzado sus vidas con nudos en apariencia irrompibles.
¿Por qué, entonces, en la actualidad, Sara se siente sola? ¿Por qué hace años que no está cara a cara con ninguno de los dos? ¿Por qué los veranos en el lago ya no son tan mágicos como en algún momento fueron? ¿Por qué resulta tan fácil romper las promesas?
Dos hermanas, un chico y el lago como único testigo de una historia que marcó la vida de cada uno de ellos.
Una novela sobre esas decisiones cobardes que tomamos en algún momento, pero también sobre personas valientes que les hacen frente. Sobre esa amistad profunda que se forja en la juventud y que sobrevive incluso al paso más cruel del tiempo. Sobre el miedo, el rencor, el fracaso. Pero también sobre el amor; el amor por la familia, por los amigos, por el hogar, por aquellas personas que poseen la capacidad de hacer que tu mundo gire o deje de hacerlo. Sobre un amor de verano y sobre el amor de toda una vida.
Vera y Sara son dos hermanas que se quedan huérfanas demasiado pronto (a los 14 y 12 años respectivamente), y como no podía ser de otro modo este hecho trastoca por completo sus vidas. De golpe y porrazo abandonan una gran ciudad y se mudan a casa de su abuela en un pueblo perdido en medio de la nada. Por si esto no fuera suficientemente "malo", ellas ni siquiera viven en el pueblo. Pasarán su juventud en una casa al lado de un lago, a más de 30 minutos en coche del pueblo más cercano...
Cuando algo te paraliza, hay que acercarse a ello una y otra vez,
hasta que el miedo sea el que te tenga miedo a ti